Voy a compartir lo que siento cada vez que  aparece un nuevo caso de corrupción en nuestro partido. Escribir lo que pienso cada vez que se profundiza en algunos de los casos ya abiertos. Cómo y por qué soporto la vergüenza que me toca. Y cómo sigo apoyando a nuestra organización con la parte de orgullo que me toca, también.

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El primer dolor viene cuando sale la noticia de una sospecha de corrupción que puede afectar a compañeros del partido. Es imposible no empatizar con los que crees que son como tú. Los que estás seguro que han trabajado por los mismos principios que tú, quizás con la diferencia de su exposición con un cargo público a los partidos de la oposición. De la misma manera que nosotros, haciendo oposición, vigilamos lo que hacen los cargos de otros partidos. De la misma forma que muchas veces sospechamos de ellos porque nos falta información. De la misma forma que descubrimos luego que muchas cosas tienen explicación, o al menos son legales aunque nos parezcan equivocadas. Por todo ello, tiendo a deducir que hay unos compañeros perseguidos injustamente, pero que se aclarará pronto. Hay que apoyarlos. Nos duele que nos ataquen a todos. Seguiremos apoyando al PP.

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El segundo dolor llega cuando la cantidad y detalle de la información que sale a la luz, nos pone ante la evidencia de un comportamiento, como mínimo, reprobable. El dolor aumenta cuando queda claro que un grupo participaba, o lo sabía y no hizo nada. Y se hace insoportable cuando un cargo público relevante, alguien a quien leíamos o escuchábamos con interés, también participaba o lo sabía. Y encima soportas el error de que intenten explicar lo inexplicable… en lugar de irse, alimentando la idea original de la persecución injusta hasta lo insostenible. En ese momento de vergüenza, estás convencido de que hay muchos como tú, que están sufriendo el mismo ataque desde dentro. Tenemos que estar unidos, expulsar a los que han traicionado nuestros principios y, así, seguir trabajando por lo que creemos mejor para nuestro país. Seguiremos apoyando al PP.

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El tercer dolor es el peor. Se produce de forma aguda cuando un ciudadano cualquiera, puede que un votante del PP no afiliado, puede que un votante de otro partido, incluso puede que alguien no interesado en la política, nos dice que no puede confiar en nosotros porque somos como los corruptos, como los que nos han hecho daño. Este dolor es insoportable. La confianza es nuestro bien más preciado. El fruto de nuestro trabajo, especialmente cuando estamos en la oposición. Duele mucho que nos digan sin reparos que con nuestro apoyo estamos dando apoyo a los corruptos, lo que nos hace cómplices de los corruptos. No entienden por qué no nos revelamos públicamente o salimos corriendo cuando sufrimos los dos dolores anteriores. Es un problema casi sin solución. Si el grupo es corrupto, no hay sitio donde ir como grupo. Si estamos juntos por unos principios comunes, salimos por la puerta y entramos en otro local, somos los mismos. Puede parecer que todo el mundo habla de política, pero no son tantos los que están de verdad dispuestos a comprometerse, sin cobrar, por mejorar su ciudad o su país, con nuestros principios e ideas. ¿Comprometerse? Seremos los mismos. Seguiremos apoyando al PP.

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Si tuviera que describir algo común entre los militantes del PP, creo que diría que la mayoría estamos convencidos de que tenemos razón en casi todo, pero también reconocemos que podemos estar equivocados en cualquier cosa. Esta convicción crítica, sin dogmatismo, es nuestra mayor fortaleza, pero a la vez genera una enorme autoexigencia a nuestra organización. Delitos y faltas cometidos por otros partidos, no tienen ni la mitad de repercusión pública, y especialmente crítica interna, que si el PP está implicado. Y eso es porque nosotros, los propios militantes y votantes del PP, evaluamos y criticamos lo de nuestro partido en un grado que no se produce en otros. Supongo que somos así. No se pueden defender unos principios sin tenerlos. Con la corrupción, el principio del uso óptimo del dinero público es atacado por la parte de “óptimo” y por la necesaria legalidad-honradez.

Este convencimiento es finalista. No estamos aquí para teorizar cosas imposibles o a muy largo plazo. Queremos construir una mejor vida en España para nuestros hijos, hoy y ahora. Por ello no nos podemos permitir retroceder en la confianza que hemos generado. Pero tampoco podemos poner todo en cuestión, como si el mundo pudiera esperar a que todo se reconstruya en España. El mundo no nos esperará. Nos debatimos entre la ilusión de querer participar de algo positivo que debemos potenciar y proteger, y en el otro lado el miedo a cometer errores por deslealtad o pasividad que nos haga retroceder. Somos el PP y no un experimento.

Es cierto y constatable que el Gobierno de Mariano Rajoy ha legislado más que ninguno en nuestra historia contra la corrupción. Pero también es cierto que han sido políticos de nuestro partido los primeros en someterse a la nueva legislación y procedimientos.  Me siento orgulloso y avergonzado a la vez.

No quiero hablar de otros partidos concretos y sus enormes corrupciones. Este texto es para el mío. España ha sido un país con un grado tolerado de corrupción, que ya no es tolerable.  Nuestro partido ha formado parte la corrupción y ahora vamos formar parte de los que la van a reducir en España al mínimo posible.

Quiero que no haya rincón para los corruptos. Quiero que nuestro dirigentes sean prudentes ante acusaciones de delitos contra compañeros, mientras judicial e internamente se averigua lo que haya pasado. Si nuestros compañeros dan la cara, se explican razonablemente y colaboran con la justicia, nosotros los apoyaremos  estando detrás de ellos. Pero no quiero que nuestro partido sea nada prudente con aquellos compañeros que no se explican o se han explicado muy mal. Nada de prudencia con aquellos políticos que se esconden detrás del partido y del cargo público. Ahí no quiero que me vean detrás. Quiero estar en frente.

Y si nos equivocamos, porque después se demuestra que son inocentes y les hemos hecho pagar algo injustamente, habrá que compensarles con confianza renovada.

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Con eso, construyamos: Mi compromiso como afiliado es no dejar que nada mi alrededor caiga en la corrupción que rechazo. Mi compromiso es que seré el primero en denunciarlo si pasa a mi alrededor. Pero mi compromiso también será apoyar a un compañero que pueda ser acusado injustamente, se explique, colabore con la justicia y piense en el partido más que en él. Esto último será para mí una señal inequívoca de su honradez de acción.

También será mi compromiso impulsar y apoyar en la organización, cualquier medida que haga más fácil distinguir los errores humanos de las lucrativas torpezas intencionadas de los corruptos.

Y exigir a nuestros dirigentes que nunca deje de ser una prioridad para todos.

Un votante comprometido con el PP